El casco.

Como dice el viejo y conocido refrán: «ciclista precavido… utiliza casco» –o bueno, la idea es esa–.Al paso del tiempo persiste el debate sobre si el casco protege o es solo ilusión, los argumentos de ambos bandos parecen muy sólidos. Por un lado se presume como una medida preventiva para reducir los riesgos de lesión en la cabeza y por otro se reconoce incapaz de garantizar la integridad del portador en ambientes urbanos. Tal vez el casco es una de esas cosas que es mejor tener y no ocupar que ocupar y no tener. De cualquier modo –y, parafraseando a mi abuelo– «para que te lleve el diablo no ocupas [preparar] lonche». 😛

¿Protege?Respuesta corta: pues claro que sí.Respuesta larga: pues… depende…Para que un casco haga su función de forma adecuada se debe cumplir con tres condiciones fundamentales:

1. Que sea de tipo y talla correctos.Tipo: elige un casco que sea acorde al tipo de ciclismo que practicas, rutero: casco de ruta, montañero: casco MTB, downhilero: casco downhill… bueno, ya tienes la idea. Ademas del diseño, peso y ventilación, cada tipo ofrece diferente niveles de protección (muy importante).Talla: calibra la circunferencia de tu cabeza y luego pruébate uno que sea de tu medida, ejemplo: M(54-57cm), L(58-61cm), verificar con el fabricante o distribuidor.Antes de comprar verifica que te sea cómodo, que no apriete ni quede suelto.

2. Que esté bien asegurado y ajustado.El casco se coloca sobre la cabeza cuidando que quede nivelado en el plano horizontal, dejando una distancia aproximada de dos dedos entre las cejas y el borde, no debe deslizarse en ninguna dirección –firme mas no incómodo–, abrochar la hebilla, ajustar la correa hasta que holgura solo permita colocar dos dedos bajo tu barbilla. Entre mejor se adapte a tu cabeza mejor serán la comodidad y seguridad. Visitar una tienda de bicicletas y pedir ayuda a un representante es altamente recomendado.

3. Que no excedas sus capacidades y especificaciones.Un choque en bicicleta puede ocurrir en cualquier momento, el casco reduce –REDUCE, no elimina– el riesgo de cierto tipo de lesiones en la cabeza pero recuerda que no es indestructible ni es invencible. No te protegerá de choques a exceso de velocidad contra objetos estáticos, tampoco de colisiones contra automóviles en movimiento. No está indicado para ciclistas candidatos a los Premios Darwin o que utilizan el equipo incorrecto, ejemplo: casco de ruta para hacer downhill; peor: casco ciclista para practicar moto-ciclismo <inserte facepalm aquí>. El ciclismo es ya de por sí un poquitín peligrosillo; no hagas idioteces que nos pongan en riesgo.

4. Que aún hay otra(s)…+ Debe cumplir con las normas y estándares de seguridad.+ Los cascos expiran, el tiempo típico para remplazarlo es más o menos cada 3 años (consulta con el fabricante).+ También lo debes remplazar si estuvo involucrado en algún choque o accidente.+ Si tiene daño o maltrato visibles, adivina: remplazo.+ Si creciste, remplazo.+ Si se te cae o se golpea, remplazo.+ Solo puede protegerte cuando lo usas.+ Además, ¿dónde más podrías montar la action camera? :-)+ OK, fueron más de tres; así es la vida a veces. 😉

¿Es obligatorio?Eso depende de a quién le preguntes, o mejor dicho, depende en qué país, región o cuidad preguntes, estos son algunos ejemplos:En Argentina es obligatorio pero sin multas.En Australia es obligatorio por ley.En Chile es obligatorio en zonas urbanas y sugerido en zonas rurales.En Colombia es obligatorio.En España es obligatorio para adultos en zonas urbanas, excepto cuando hace calor.En EEUU varía por estado, por ejemplo: en California no es obligatorio para adultos pero sí para menores.En México varía por estado y por ciudad, por ejemplo: en Ciudad de México no es obligatorio pero en la ciudad de Mexicali sí lo es.En Puerto Rico es obligatorio por ley pero en desuso por costumbre.En Sudáfrica es obligatorio por una ley que prácticamente no se aplica.En Uruguay es obligatorio.En Canadá, Japón o Israel es obligatorio para personas menores de cierta edad.En Alemania, Finlandia, Francia, India, Suiza o Reino Unido la ley no lo requiere.En Portugal y Rusia solo es obligatorio para ciclistas en bicicleta eléctrica.En la gran mayoría de eventos y competencias ciclistas, el uso del casco es obligatorio.En caso de duda consulte el reglamento de transito que corresponda a su país, estado o cuidad.Usar un casco al montar bicicleta, puede servir de buen ejemplo: seguridad primero.

¿Cuanto cuesta?Los precios de un casco comienzan desde unos 40 dolares americanos hasta 400 dolares (y los hay más costosos). Son varios los factores que influyen en su precio: tipo, diseño, peso, ventilación, materiales, marca, etc. Recomiendo eligir la mejor protección que tu economía te pueda conseguir sin arruinar tus finanzas, tal vez quieras verlo como una inversión para conservar lo más valioso que tienes: tu cerebro, tu mente, tú. Ten en cuenta que un casco utilizado correctamente es una posibilidad (no es garantía) de reducir el riesgo de una lesión grave en la cabeza. Aun con sus limitaciones, el casco sigue siendo mucho más económico que los puntos de sutura, una fractura, la terapia o un funeral.

¿Y el mantenimiento?Sencillo. En la medida de lo posible, evítale golpes y caídas innecesarias. Procura tratarlo con cuidado, guárdalo en un sitio seguro, fresco y seco. El sudor, polvo y lodo pueden deteriorar los materiales así que límpialo periódicamente con agua tibia y jabón, sécalo con un trapo o al aire, la gran mayoría de ellos vienen equipados con almohadillas desmontables que puedes lavar en lavadora.

En birulaplanet.com deseamos que tomes tu decisión basado en la mejor información disponible que puedas conseguir y, si decides utilizar un casco, queremos que disfrutes de tantas rodadas que lo tengas que cambiar por exceso de uso o por gusto, nunca por causa de un accidente. En lo personal yo me lo pongo en todos mis recorridos; ya me salvó una vez. ¿Y tú, usas casco?

Cinco cosas que nadie te dijo.

Tal vez porque el año comenzó, o porque querías bajar de peso, o porque alguien te invitó, o porque tu salud te dio un aviso, o porque alguien te gustó, o tal vez ya no lo recuerdas… Sea la razón que sea por la que comenzaste en esto de ‘los ciclismos’ a nivel recreativo (o sea de fin de semana), un día reflexionas y caes en cuenta que hay situaciones de las que nadie te advirtió, así que:

Estas son las cinco cosas que [tal vez] nadie te dijo cuando comenzabas en el ciclismo recreativo.

1. Todo aprieta.La ropa de ciclista es ajustada; se ciñe por todos lados sin dañar nada, comprime en las piernas, se entalla en abdomen, se expande en los glúteos y… sí, también se ajusta ahí donde te platiqué; de hecho el traje de ciclista te aplasta tanto las pelotas que después de cuatro, seis u ocho horas de pedalear casi parecen desaparecer. Nada de qué preocuparse, todo volverá a la normalidad cuando te cambies y descanses, disfruta. A algunos les causa presión mental la idea de usar shorts de lycra (me sucedió, ya lo superé); no temas el atuendo es así por eficiencia y funcionalidad, cuando lo pruebes lo vas a entender y a querer. Si pedaleas en invierno aprieta el frío, en verano aprieta el calor. Si pedaleas en solitario aprieta el viento en contra. Si vas en pelotón aprieta el paso el puntero y no te quieres quedar. Si es evento o carrera aprieta el paso el que viene detrás para adelantar. Y aprietas tú tu ritmo de pedalear en los últimos metros antes de llegar a la meta. ¡Ajusta casco y zapatillas, a rodar!

2. Todo duele.Cuando por fin pasas de sedentario a ciclista principiante, aclararte es mi deber, todo te va a doler. ¡Todo, dije! ¿No pensarías que tan fácil la ibas a tener? Te dolerá el trasero por la compresión de los isquiones con el sillín; es común sentir malestar por unas horas después de entrenar durante las primeras semanas. Te dolerán las piernas después de pedalear. Al principio serán un dolor cuasi-incapacitante y una sensación de ardor infernal que estarán contigo durante días, no querrás ni moverte; conforme sigas entrenando este dolor irá disminuyendo de días a horas a nada. Aprenderás palabras como ‘ácido láctico’: incluye curso intensivo práctico de fisiología 😉 . Vas a sentir calambres: te lo prometo, eso duele mucho. Aprende a conocer las señales y los remedios. Te vas a caer: garantizado. El ciclismo es ya de por sí un poquitín peligrosillo; no hagas idioteces que nos pongan en riesgo. Después de una caída levántate, asegúrate de estar bien y continua si y solo si es seguro. Te vas a rozar, o tal vez no. Si notas fricción, irritación o rozadura en alguna parte, sé diligente en prevenir y remediar; más vale lubricar que suturar. Un poco de incomodidad en cuello, espalda, hombros y muñecas puede ser normal durante las primeras semanas pero también puede ser señal de mala postura o lesión. Siempre atento a los avisos de tu cuerpo; no es igual el dolor de fatiga que el de herida. NOTA: birulaplanet.com no da consejos médicos, en caso de duda por favor consulta a un profesional de la salud.

3. Todo es bicicleta.Es casi como si te enamoraras de nuevo; hablas de ciclismo, ciclistas y bicicletas con todo mundo hasta el punto de que te miren con ojos de «¿y este loco qué?». Te vuelves cuasi-experto en bicicletas, componentes, llantas, zapatillas, atuendos, mecánica, carreras, competencias… bueno, hasta repasas la historia del ciclismo. Te conviertes en perito en administración de tiempo, adaptas tus horarios para entrenar y acomodas tu agenda al rededor de los eventos. También agregas recordatorios al calendario, ¡como si los necesitaras! Si cuentas las horas para estar con ella. La juegas de investigador, buscando eventos dónde participar o carreras qué observar. Aprendes a ser diligente con tus finanzas: ahorras para comprar otra bicicleta (sí, otra ¿qué tiene de malo?), accesorios y equipamiento. Te alejas de los excesos de alcohol y comida chatarra porque «es que me baja el ritmo en la bici». Aunque eso solo aplica antes del evento, ya después es otra historia: «más cheve y más tacos». Bueno, hasta nombre le pusiste a la bicicleta. Llegados a este punto es seguro que la fiebre te contagió sin remedio. Felicidades y bienvenido.

4. Todo cambia.Los amigos, en realidad los buenos amigos no cambian ni los cambias por otros, solo agregas más. Tu salud y estado físico son mejores que antes de empezar en esto de ‘los ciclismos’, ya no jadeas moribundo, bajaste un par de kilos y la presión arterial y el colesterol; sin darte cuenta tu cerebro ha desarrollado una gran habilidad para mantener el equilibrio y hasta piensas con más claridad. Tus pláticas son diferentes, ahora además hablas del futuro y de los nuevas metas que deseas conquistar. Tus piernas nunca volverán a ser las mismas, se están formando y torneando, eso te agrada, hasta parecen atraer algunas miradas furtivas –ya, tampoco exageres, sí están mejor que antes pero no es para tanto, tú sigue entrenando, ‘bamos vien’–. Cambias tú, sea que tienes un mes o un año rodando –asúmelo, ya no eres el mismo– respiras mejor, caminas mejor, duermes mejor, te sientes mejor y luces mejor. Ahora disfrutas más, incluso buscas los puertos de montaña para ver el paisaje y la frase «100 kilómetros» te provoca una sonrisa. Tu forma de ver la vida ya es diferente, has conocido personas y lugares nuevos y te has conocido tú. Algunos miedos los dejaste atrás cuando no pudieron pedalear contigo.

5. Todo es posible.Ahora sabes que con esfuerzo enfocado, constancia y disciplina puedes lograr lo que te propongas.*Quieres tener una, dos, tres, catorce bicicletas: una de ruta, una cyclocross, una de montaña, una fat, una urbana, una tandem y una turismo. Tus deseos de querer llegar en primer lugar en cuanto evento y carrera participas no se han ido, tal vez nunca se vayan. Sueñas con participar en ‘Le Tour de France’ o con dar la vuelta al mundo. Queda claro que ambos son retos enormes aunque humanamente posibles y tal vez te digas a ti mismo «debí comenzar diez años antes». No podemos hacer nada para cambiar el pasado solo podemos aprender de él, en tanto que el futuro sea para descubrir tus capacidades, cultivar tus talentos y retar tus límites. Aunque no ganes ‘Le Tour’ definitivamente ya no eres igual, te has superado a a ti mismo.¿Y sabes qué? ¡Ha valido la pena!

* Siempre y cuando lo que te propongas no quebrante las leyes de la física, que te propongas cosas que puedes lograr, que no quieras lograrlo todo al mismo tiempo pues elegir un camino es renunciar a otro y que dediques recursos objetivos, tangibles y mensurables a la materialización de tu propósito. Aplican otras restricciones.

Posdata: OK, tal vez ‘Le Tour’ ya no se pudo, aún nos queda la vuelta al mundo en bicicleta. ¡Vámonos! 😉

¿Cómo se dice ‘bicicleta’?

¿Cómo se dice ‘bicicleta’?

No, en serio, ¿cómo nombran en otros lugares a estas ingeniosas máquinas?Parece obvio que el nombre de un objeto será diferente cuando se trate un idioma diferente, por ejemplo en alemán se dice fahrrad, en coreano jajeongo, en esperanto biciklo, en finés polkupyörä, en francés vélo o bicyclette, en inglés bike o bicycle, en italiano bicicletta, japonés jitensha, en polaco rower, en portugués bicicleta, en noruego sykkel y si a esos nombres formales agregamos la variantes regionales o los alias informales pues ya tenemos lista para rato.

Re-formulemos la pregunta: ¿cómo se dice ‘bicicleta’ en español?

Vamos que la respuesta es sencilla: ‘bicicleta’ se dice bicicleta… ¡Listo, ya vámonos!No tan rápido, vamos por partes; primero lo formal, después todo lo demás.Según el diccionario de la lengua española:

bicicletaDel fr. bicyclette, de bicycle ‘biciclo’ y el suf. dim. -ette ‘-eta’, por el menor tamaño de sus ruedas. 1. nombre femenino. Vehículo de dos ruedas de igual tamaño cuyos pedales transmiten el movimiento a la rueda trasera por medio de dos piñones y una cadena.

Re-formulemos otra vez: ¿cómo se dice ‘bicicleta’ en español, en tu región?

Ya establecimos que diferente idioma significa diferente nombre para un mismo objeto.También sucede que el mismo idioma es hablado por diferentes países y cada país -o región- puede nombrar al dicho objeto de otra manera.Y también puede suceder que dentro del mismo país o región se use más de un sinónimo para referirse a lo mismo.

Resulta muy interesante los diferentes nombres que asignamos en Latino-América a la bicicleta.Compartimos [casi] el mismo idioma, parte de nuestra herencia cultural es similar y la historia de nuestros pueblos es parecida.O sea «somos iguales pero diferentes». ;-)Esa similitud-diferencia es lo que le da color y sabor a nuestras identidades y a nuestras formas de hablar.

Aunque ‘bici’ sea el mote cariñoso más popular para decir bicicleta en español, existen estos otros:Argentina: bichi, cleta, cabra.En Brasil: camelo, magrela (casi, casi es español).En Chile: cleta, cicla, chancha, chufla.En Colombia: burra, cicla.En Costa Rica: bicla, cleta.En Cuba: chiva, nave.En Ecuador: chiva, huesuda.En España: burra.En Guatemala: baica, cicle, virula.En México: baica, bírula o birula, burra, camella, rila.En Perú: ticle.En Uruguay: chiva.

Esta lista no es exhaustiva ni pretende serlo.Seguro estoy que hay muchos más sinónimos por ahí esperando a ser conocidos.

¿Y en tu país/región/ciudad cómo llaman a la bicicleta?

1000 por Baja: piernas de oro.

Mañana es año nuevo, uno de enero de 2017. Mañana se cumple un mes que concluimos la travesía de Mexicali a Los Cabos en bicicleta. Un mes que llegamos a San Lucas; rápido el tiempo pasa, más cuando divertido es. Los recuerdos de esa experiencia los percibo, a la vez, un tanto lejanos pero tan cercanos que casi los podría tocar. Aún me quedaron un par de aspectos del recorrido sobre los que deseo relatar.

Staff deluxe.

Durante estos días hubo un grupo de cinco personas que con sus atenciones nos hicieron la vivencia mucho más cómoda: el staff de lujo de Vámonos de Camping. Ellos nos atendieron con trasporte, alimento y masaje, aquí en orden alfabético:

Diana, masajista y ciclista. Mujer sonriente y simpática, contadora de historias e interprete de cantos sobre la tierra y la humanidad. Su técnica y destreza en el masaje dejaron como nuevos a dos o tres ciclistas además nos acompañó rodando en un par de etapas.

Leslie, auxiliar. Chica joven y hermosa, siempre sonriente y dispuesta a ayudar. Contadora de las cuentas y dueña de la receta del mejor iced tea de Santispac. Le gusta viajar y le encantaría ser maestra.

Manuel, chofer. Sumamente precavido y mesurado, tan seguro y suave al conducir que hasta un bebé podría dormir en el vehículo además es rescatista y está certificado en primeros auxilios.

Raul, capitan del staff. «Papá gruñón» por sobrenombre le pusieron -no me lo explico- siempre amable, servicial, dispuesto a hacer el extra y superando expectativas.

Salvador, astrónomo y chef. Persona difícil de olvidar; gigante de mirada noble, mochilero degustador de medio México, relator de historias riquísimas, fotógrafo exquisito y cocinero delicioso. En desayuno y comida: siempre a tiempo, siempre a punto -chomp, chomp, chomp-. En la cena nos mostró como ubicar Orión y las Ursas -Oh y recontra ohhh-.

En lo personal aplaudo la decisión de Alex de elegir esta compañía para coordinar parte de la logística; comentarios similares escuché a los demás desafiantes. Siempre igualaron o superaron las expectativas; eso es servicio de excelente calidad.

Nota: Al momento de la redacción de este texto Vámonos de Camping no me está patrocinando… Vámonos de Camping, patrocíname, ¿no?

Piernas de Oro.

En los tramos del trayecto de Mexicali a San Lucas que no están pavimentados, que no son transitables en bicicleta de ruta, que debimos subir a las camionetas, que nos trasladamos hasta donde el camino está bueno… ahí conocimos a un ser mítico de habilidades épicas, un ente poderoso capaz de proezas heroicas dignas de un semidiós, piernas de oro le llaman…Aquí una muestra de sus hazañas:— Jamas se poncha.— No se cansa nunca.— Escala a treinta por hora.— Pedalea descalzo -hace clip con las uñas-.— No siente hambre, sed, sueño, dolor, frío ni calor.— No existe…… Es un ente imaginario que inventamos durante los casi 400 kilómetros de arrastres y estuvo muy curada construirlo. Pero hay otros que sí existen, que no se rinden, que persisten, que son solidarios con otros, que compiten contra sí mismos y crecen y ganan y ganamos todos.De haber un cónclave para elegirle -difícil decisión- mis votos serían así:Ana, por su impresionante crecimiento como ciclista.Hector, por su solidaridad y por no rendirse a pesar del dolor.

Coco’s Corner.

A unos 30 kilometros al sur de la Bahia de San Luis Gonzaga, al lado de la terraseria que lleva a la carretera federal número uno -practicamente en medio de la nada- se encuentra un singular paraje que te da la bienvenida en letras formadas con latas de cerveza vacías en cuyo gran patio se encuentran varias tasas de sanitario dispuestas al rededor de un televisor -¿qué nos querrá decir?-; al costado del patio está una precaria construcción de madera adornada con esculturas de metal, partes de moto y auto, y más latas de cerveza; cientos -tal vez miles- de pegatinas o calcomanías o calcamonías o stickers -las cuales no puedes pegar sin permiso donde te dé la gana- aderezan las paredes interiores; varias docenas de tangas, bragas y calzoncillos cuelgan del techo; ahí la cerveza cuesta 25 pesos mexicanos; el encargado del negocio se llama Jorge, se estableció ahí hace décadas, tiene ambas piernas amputadas, muy a su manera nos desea suerte a los ciclistas que vamos hasta Los Cabos; al fondo hay un letrero que dice «COCOs» el cual más de una vez sugirió a alguna turista sueca a pedir una nuez de cocotero bien helada y le ganó ser reprendida severamente: «dice coco, yo me llamo coco, hay cerveza, no coco»; nuestra visita a COCOs CORNER fue breve -un par de cheves y vámonos-.

Antes, durante y después del desafío.

Durante: despertaba a las 5 AM. Después: dormí casi 12 horas continuas.Durante: no sentí calambres. Después: me atacaron sin razón aparente.Antes: «no voy a poder». Durante: «estoy pudiendo». Después: «sí pude».Durante: todo duele. Después: quieres más.Antes: «A Los Cabos». Después: «Nos vamos hasta Argentina».Durante: bebí café a diario. Después: Lady Doritos, recuerdame no beber tanto café.

Este fue el último capítulo sobre las 1000 millas por Baja, edición 2016 y también el último del año. Deseo que en 2017 hagamos suceder mil cosas buenas; si coincidimos rico será; si no, nada lamentar. Ha sido un gusto compartir y rodar con ustedes, nos vemos en 2017 —hasta Argentina—.

1000 por Baja: Loreto a Los Cabos.

Buen día Lore.Esa mañana en Loreto tocó desayunar frente a la playa, después arrastre hasta Villas del Palmar donde comenzamos a pedalear. Desde hace un par de días Alfonso y George mencionaban lo difícil que iba a ser escalar el Ligüí en la etapa Loreto a Constitución —que si el Ligüí para allá, que si el Ligüí para acá—. A unos veinte kilómetros de la salida había algunas cuestas; después de superarlas pensé «ese Ligüí estuvo fácil». Solo para confirmar, y no verme tan mamucas, pregunté «¿y dónde es que comienza el Ligüí?» allá adelante —respondió Alfonso mientras apuntaba a una montaña—. ¡Agh, no inventeis! Eso fue una escalada categoría tres de casi 12 kilómetros, con tramos donde la pendiente alcanza 20%(yo creo).– Si tuviera otro plato, este sería momento de usarlo.– Si tuviera otro plato, necesitaría otro plato más.Al trepar siento que las piernas me queman, los pulmones jalan todo el aire que pueden, el cuerpo caliente, estoy bañado en sudor. Vi a Noala subir el Ligüí y bajarlo y subirlo de nuevo; esa tarde durante el arrastre también lo vi, por primera vez, permanecer en silencio más de cinco minutos —bien dormido—. Noala venció a Ligüí pero Ligüí noqueó a Noala.

Como a treinta de llegar a Insurgentes, con viento cruzado nos alcanzan los ‘elites’, se colocan delante de nosotros y formamos un sólo pelotón; rodar tras Alberto y Karla es una maravilla, ambos son ciclistas experimentados, de técnica elegante y movimientos calculados. Karla me dice «Fer, ponte acá, media rueda, no pases el bloqueo, en medio, ahí guardado del viento». Son las dos de la tarde, ya estamos en Ciudad Insurgentes, vamos a reagrupar —Karla, eres un amor; Alberto, tú también—.

En el tramo Insurgentes-Constitución, venia yo en la cola del pelotón, sentí que no podía sostener el paso, hice un ademan en señal de renuncia y me solté… No sé como, no sé cuando pero Karla estaba tras de mí voceando «Fer, es sólo un poco de dolor, si te quedas te va a costar más. Pégate, no te dejes».Lo siguiente que recuerdo es pedalear tras ella y, al voltear hacia atrás el resto del pelotón se había quedado, me dijo «ya te viniste, ya te jodiste». En ciudad Constitución me encontré con mi colega ingeniero Edgar de la Rosa, un amigo de la universidad al cual no miraba desde hace como quince años. Esa tarde, después de cenar, hubo arrastre hasta La Paz, nos brincábamos esa sección porque prácticamente no había carretera —pensamos: mañana en La Paz vamos a pedalear al rededor para compensar la distancia— !huy sí, ‘pedalear’ como no!

La pedaleada al rededor de La Paz no fue tal, no hubo tampoco descanso pero sí paseo y convite. Aurelio nos prestó su embarcación para ir a conocer playa Balandra —delicioso ceviche para comer—, más tarde nos reunimos en su casa; escuchamos la música de Noala y comimos las hamburguesas con la receta secreta y deliciosa de Chava Leyva —McDonald’s, no insistas, no está a la venta—. Camino a casa de Aurelio; encontramos una marchita manifestación pro Fidel Castro; al paso Noala grita «hasta la victoria» y los de Antorcha Campesina vitorean.

A las cinco de la mañana Alfonso y Raúl salieron en un arrastre particular desde La Paz rumbo al punto de arranque, el resto dormimos un par de horas más, luego desayunamos en el hotel y empacamos, pasadas las nueve comenzamos a rodar. Al llegar a Todos Santos, foto y vídeo en el Hotel California, los ‘elites’ nos alcanzan y no hay rastro de los viejones todavía. Formamos el pelotón y dos calles adelante las mejores carnitas de la región fragmenta el grupo: —deme cuatro tacos— luego recapacito, —nada más dos—. Al reanudar la marcha me sobreviene el remordimiento —debí pedir pa’ llevar— y en la primer subida me vuelvo a quedar. Raúl está ponchado, lo encontramos a veinte de llegar. Subir esa cumbre de la hidroeléctrica o nucloeléctrica —o como se llame— fue para mi la trepada más complicada que puedo recordar; otra vez en último y otra vez la camioneta atrás(aunque esta vez no es de preocupar). Luego las fotos en la cima, la bajada a la ciudad de San Lucas; al adentrarnos en las calles los más curiosos preguntan:– ¿De donde vienen?– De Mexicali.– ¡No!– Claro que sí.* ¡Crucen juntos, no se separen! *Y al llegar a la finisterra llegan también los abrazos y la felicitación.¡Lo hicimos, llegamos!

1000 por Baja: Santa Rosalía a Loreto.

Guten Morgen, Lorena.Es sábado y el cuerpo lo sabe -alarma, empacar, desayunar, rodar-.Junto con el desayuno nos obsequiaron pan de horno de piedra y café. Luego el ritual de subir maletas a la camioneta y acomodarlas.—Cada quien, responsable por sus cosas—. Y en un parpadeo un desconocido sustrae una maleta rosa de Diana; las cámaras de vigilancia muestran al autor, un huésped del hotel, mas no su rostro. Bye, bye maleta rosa, te recordaremos siempre.

A las siete de la mañana ya estábamos rodando los primeros y tres horas después arribábamos a La Heroica Mulegé; oasis repleto de palmas datileras en la desembocadura del río Santa Rosalía; un pueblo tranquilo que se sostiene de pesca y turismo; para donde mires todo se ve muy bonito: puedes practicar kayak, buceo y ciclismo —eh ¿qué tal? ¡ciclismo!—. Hicimos un tour por la Misión de Santa Rosalía de Mulegé y nos tomamos más fotos -adivinaste-. Otra pose y otra foto, otra cámara y otra foto, otra foto y otra más. ¿Nos podemos quedar a vivir aquí?– ¿De quien es una bicicleta roja que dejaron tirada? Allá la lleva uno.– Aurelio se puso pálido.– Raúl se ríe: «es una broma».

Al filo del mediodía reanudamos nuestra travesía hacia Playa Santispac sobre la carretera federal número uno. Alfonso y Raúl salen primero, detrás vamos Carlos, Demetrio, Antonio y yo; me adelantan. Continuo a paso lento y después de cuarenta minutos nadie me ha alcanzado, eso es extraño. Como a la una de la tarde, en la última bajada alcanzo a Antonio y Carlos que habían parado a tomar fotos desde el mirador:– ¡Ya llegamos, aquí es Santispac! ¡Demetrio se fue de paso! Alguien vaya por él.– ¿Han visto a Alfonso? Vamos a buscarlo al restaurante; allá hay cervezas.Una cerveza ¡Salud! Otra cerveza ¡Salud! «Internet: 20 pesos la hora».Por veinte pesos obtengo señal y trabajo de la oficina. ¡Demonios, me encontraron!Al rededor de las dos de la tarde comenzaron a llegar los demás; no alcanzamos a Alfonso —ni Karla nos alcanzó— porque habían parado a comprar ceviche a orilla de la carretera.

Esas noches en Santispac fueron de lo mejor: sin internet, ni electricidad, ni agua entubada; solo arena, sol, cielo estrellado, largas platicas con nuevos amigos y cervezas, muchas cervezas. Les voy a contar lo que ocurre por las noches en esa playa: se llama bioluminiscencia y se produce cuando al agitar el agua, con tus pies o manos, las algas reaccionan emitiendo un tenue resplandor verde —¿pues qué esperaban?—.

Día de lavandería en Mulegé:– ¿Quién va en la primera tanda? ¿Quién se queda?Unos fueron, otros encargaron y otros no lavan ajeno.El domingo es día de misa para el dueño de la lavandería; Hotel Hacienda accede a lavar y secar nuestras ropas. Mientras esperamos en el patio caen las toronjas maduras de las copas de los arboles, comemos una o dos de ellas.

De vuelta en Santispac, nuestro staff de lujo nos prepara la comida y la bebida:– ¿Alguien quiere agua de sabor?– Yo, por favor.– Don Fernando, pruébela. Siempre me dicen que me queda desabrida.– Está muy buena, gracias… —Oh wait! ¿Como que «don»? ¡Mañana me corto el cabello y me afeito!—.Otro plato y agua de sabor, más calabacitas asadas y una cerveza —chomp, chomp, chomp, glu, glu, glu… buuurp— después reposar, platicar, volver al mar, mantenimiento a la bici, bañarse a jicarazos con agua fría, esperar la cena, cenar, reír, platicar hasta tarde y dormir en un catre bajo las estrellas. Lo dicho, fue de lo mejor, Luis dice «yo creo que yo sí podría vivir así unos dos años», y pienso «yo creo que yo también».

Buenos días Lore-na, nos vamos para Lore-to. Desayunar, levantar campamento y rodar.Sin novedad hasta llegar al pueblo. Karla, Alberto y Hector ya llegaron. Como las dos de la tarde los alcanzamos en la plaza. Estamos hambrientos vamos; al restaurante. Comemos —devoramos— y bebemos unas cervezas, tomamos unas fotos y rodamos por el malecón hasta el hotel donde sospecho se hospedaban las chinches que nos pusieron una friega a todos. Esa tarde después de instalarme, salí a cortarme el cabello, al regresar ya no me reconocían. Cenamos pizza con cerveza y fuimos a dormir.Good night, Lorena.

1000 por Baja: Guerrero Negro a Santa Rosalía.

A San Ignacio.

Tiii, tiii, tiii…¡Arriba!Son las 5:30 de la mañana…Por alguna desconocida razón, durante toda la travesía, siempre desperté antes que sonara la alarma y sospecho que estuve listo —bañado y cambiado— antes que todos. Rutina mañanera: empacar, desayuno en La Espinita, en camioneta a la salina y regresamos al hotel para hacer checkout y salir rodando desde ahí. —En la salina pues hay sal, mucha sal, muuucha pinche sal, hace como 60 años un estadounidense comenzó a extraer la sal, y hace como 40 le vendió al gobierno y a Mitsubishi la salina con todo y sal, anualmente producen como 8 millones de toneladas de sal, Japón  y Corea son los que más compran sal, y a donde quiera que volteas miras sal, mucha sal, muuucha pinche sal—. Como ya era costumbre, Alfonso nos volvió a hacer madruguete y salió rodando primero.

En la salina, Guerrero Negro. Fecha: jueves 24 de noviembre de 2016. De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Demetrio, Hugo, Ana, Alex, Alfonso, Diana, Jackie, Alberto, Raúl Arguello, George, Karla, Raúl Rodríguez, Noala, Fernando, Antonio, Leslie, Aurelio, Luis, Carlos y Hector. Fotógrafo: Salvador Leyva.

En esta parte el relato es más de lo mismo: que si pedaleamos, que si dolían las piernas, que si el trasero rozado, que si viento en contra, que si pavimento, que si la subida, que si la bajada, que si el trafico, que si paramos, que si solos, que si en grupo, bla, bla, bla…Fast forward: a eso de la una de la tarde llegamos a El Marasal donde nos reagrupamos, descansamos y comimos:- Nos quedan 3 horas de sol y faltan 70 km para llegar; los números no dan, creo que nos va a caer la noche-. Y pues que nos cae la noche; a eso de las 4:45 estaba totalmente oscuro, paramos para esperar a la camioneta, instalamos las luces y continuamos: Alex, Noala, Carlos, Antonio, Demetrio, Raúl, Alfonso y yo. Otra vez rodando de noche, otra vez la ansiedad por llegar, otra vez sentimientos encontrados, otra vez el camino que no parece terminar. Otra vez cambio de plan: siempre no vamos a acampar, mejor en hotel pernoctar ¡bieeen!

Al llegar a San Ignacio su querida le avisó; Benito, te andan buscando, eso es lo que supi yo. —¿O cómo era?—.Al llegar a San Ignacio un amigo me avisó; Fernando, ya están cocinando, eso es lo que supe yo. —Ahora sí—.El club de ciclistas de San Ignacio nos recibió con un convite, tacos de pescado y bebidas; obsequiaron al grupo una camiseta conmemorativa y un trofeo artesanal que ellos mismos fabricaron. Por la noche los niños estaban fascinados con los sonidos del ukulele y la trompeta de Noala y por las luces fosforescentes que Karla les regala. A la mañana siguiente la fascinación la proveyó la original bicicleta de bambú construida por el profe Raúl. Mil gracias, gente de San Ignacio por su hospitalidad.

A Santa Rosalía.

Arrancamos de San Ignacio como a las 9:30, después de las respectivas fotos en la misión. Pedaleamos en subida y con viento en contra —que novedad—; durante unos 20 km mantuvimos formación ordenada pero al llegar a un columpio todo se fue al carajo; el grupo se fragmenta, los ‘elites’ se adelantas y los ‘elotes’ a la cola. A los 25 km nos detuvimos a degustar el famoso pan de dátil —chomp, chomp, chomp—. La bicicleta de Carlos sufrió avería con la cadena; Alex hizo un quickfix y continuamos. Siguen 15 km en subida, luego una bajada de 3 km, después 15 km planos; nos detenemos y reagrupamos a los 60 km, abastecemos y posamos para el dron. Lo que sigue es una bajada de 10 kilómetros, impresionante, empinadísima(promedio: -15%), veloz, peligrosa y muy, muy emocionante, casi celestial —la cuesta del infierno le llaman—. Una lagrima me escapa por el rabillo del ojo cuando alcanzo los 60km/h -Noala y George me rebasan —¿Cómo hacen eso?—.

Al llegar a Santa Rosalía, nos adentramos unas ocho calles en el pueblo y nos detuvimos; no sabíamos donde queda nuestro hotel. Hacía ya un par de horas que los primeros habían llegado. Continuamos hacia el hotel y nos instalamos. «Hey, pónganse guapos, vistan pantalón y zapato cerrado los varones; nos invitaron a cenar a un restaurante; es muy ‘nais’, parece». Casi tres horas más tarde estábamos devorando los platillos que sirven en el comedor de la mina El Boleo. Que bueno estaba todo; riquísimo. Las tripas ya me llamaban por otros nombres: ‘Grrregorrriooo’, ‘Igggooorrr’. —En el tour nos dijeron que la mina es explotada por empresas coreanas y que produce cobre, cobalto y zinc—. Panza llena corazón como te quiero. De regreso al hotel, cero cheves y a dormir. Nite nite Lore.

1000 por Baja: Punta Prieta a Guerrero Negro.

Buenos días, Lorena. Amanece en Bahía de los Ángeles: baño, desayuno, empacar, levantar campamento y ‘juimonos’. «No olviden parar en el mirador para la foto» —¿Ya vieron? Allá va un lobo, ¡un coyote!— Y más adelante encontramos otro. «¿Y la foto apá?» —Se nos pasó el mirador, ya ni modo, ¡vámonos!—. Camino a Punta Prieta Diana nos compartió un canto indígena delicado al coyote y al terminar Hugo pidió otra rola ‘más bailable’.

La noche anterior alguien mencionó «Alfonso siempre nos deja, sale primero y ya no lo alcanzamos» —eso mismo pensaba hacer yo—. Tan pronto llegamos a Punta Prieta, salté de la camioneta con casco y guantes listos, zapatillas ajustadas, bajé y armé la bici, cargué agua y … Alfonso ya nos había ganado el tirón; detrás de él salió Raúl y yo después. Como a 5 kilómetros alcancé a un ciclo-turista que venia desde Bélgica atravesando Europa y Asia; había llegado a América por Alaska y se dirigía primero a La Paz y a Patagonia después; Janus es su nombre, habla ingles y algo de español, su edad no importa, está bastante bronceado, conduce su bicicleta con cuatro alforjas y una sonrisa. Justo antes de abordar la primera subida alcanzo a Raúl y a la vista está Alfonso, hago el esfuerzo para emparejarlo pero la pendiente es severa —puf, puf, agh— y Alfonso se despega. En el 40 vemos al lado del camino una manada de burros que observan curiosos a unos ciclistas. Al finalizar la zona de vados por fin alcanzo a Alfonso y vamos juntos platicando unos minutos; en la próxima trepada me vuelvo a quedar.

Después viene una bajada muy ligera, pavimento en buena condición, viento en contra —a veces cruzado—, carretera sin acotamiento y hay transito moderado de camiones de carga. En general los automovilistas son respetuosos; se abren para rebasar al ver que el carril está ocupado por bicicletas. Pero como nunca falta una piedra en el arroz, por ahí del km 90 escuché el ‘RRRR-RRRR’ de un trailer que venia tras de mí sin poder adelantar. Durante unos 5 minutos vino ahí; el camino no tiene acotamiento y el conductor ya no tiene paciencia; en cuanto hay oportunidad se abre un par de metros y comienza la maniobra de rebase… cerrando, un metro, cerrando, medio metro y cerrando… «¡TChing tzu ma, perplejo, te cambio para que sepas lo que se siente, perplejo!». Me asustó y me enojó tanto que al llegar al siguiente pueblo lo andaba yo buscando con la mirada para reclamar —ya sabes: tontera produce más tontera—. Paramos y reagrupamos en una gasolinera casi en el km 100, el plan era pedalear el tramo restante en grupo compacto… Sí claro, «grupo compacto», ¡toma tu grupo compacto! A todo mundo nos valió madres, íbamos como siempre pedaleando felices por cuenta propia. Llegando al arco tomamos la foto.–¡Hagan una linea!–Yo en la orilla no, los de la orilla salen gordos.–¡Formen en una linea!–¡Carro! Viene carro.

Algunos ciclistas de Guerrero Negro salieron a recibirnos y nos acompañaron los últimos 2-3 kilómetros antes de llegar al pueblo. Nos reunimos en La Espinita donde comimos y conocimos a Alberto, esposo de Karla,  muy agradables muchachos —ciclistas experimentados y elegantes—. Luego fuimos rodando unos 5 km hasta el hotel El Terrasal; nos encontramos con el hijo del dueño, nos dijo que se llama Gregorio, que es de Alemania y que le gustan [dos] muchachas mexicanas chaparritas —ah picarón—.Sin dudarlo pero sin saberlo dije:– Mira, él habla alemán.– Que mentirra más grrande.¡Y ándale! Que Hugo le responde hablando alemán.

Esa noche hubo pocas cervezas [para mi] y compartimos la habitación los mismos cuatro. Alex fue a impartir una plática a la universidad. El plan para mañana es: después del desayuno iremos a un tour a la Salina, dejamos las bicicletas en el hotel y al regresar rodamos desde aquí. Buenas noches, Lorena.

1000 por Baja: Punta Prieta a Bahía de los Ángeles.

Son las 5:20 de la mañana del lunes 21 de noviembre de 2016 en Bahia San Luis Gonzaga. Un desafiante sigiloso intenta abrir una de las camionetas, la puerta no cede pero la alarma sí suena fuerte y despierta a todos los que aún dormían. Entre risas y gritos -burrrro- nos ponemos en pie y comenzamos a preparar algunas cosas, esperamos el amanecer para tomarnos algunas fotos, platicamos largo rato mientras esperamos el desayuno; Alex nos cuenta acerca de sus vivencias durante el viaje al rededor del mundo y sobre un récord de 36 países. Por fin desayunamos, terminamos de alistarnos, empacamos, levantamos el campamento, subimos equipaje y bicicletas a la camioneta. Mientras tanto aparece el servicio de recolección de basura comandado por un perro que ‘surfea’ sobre el capó de una pickup.

Hacemos una última visita a la única tienda del pueblo: pipí, popó, caca, coca(coca-cola, malpensados) y partimos rumbo a Punta Prieta por la carretera federan número uno. Nos detenemos junto a una gasolinera abandonada donde un letrero marca ‘km 282’, frente al crucero de la carretera que lleva a Bahía de Los Ángeles.- Hoy está papita, bajadita y viento a favor.- Pues yo no he visto eso; ya toca.

Salté de la camioneta y preparé mi bicicleta lo más rápido que pude. Estaba llenando mi ánfora a toda prisa y escuché decir «Poncho ya se fue, el profe también». ¿Cómo? ¿Tan pronto? Y salí tras ellos. Pensé que estarían a la vista pero no fue así. Decidí ir a paso lento para esperar al siguiente grupo: Alex, Aurelio, Carlos y Demetrio. Durante unos minutos nos mantuvimos juntos después me quedé atras, luego ellos pararon y los adelanté. Más tarde nos alcanzaron y rebasaron el resto de los desafiantes. No hubo viento a favor sino cruzado, eso era mejor que viento directamente en contra, el pavimento estaba en buenas condiciones, el terreno era bastante amable; solo un par de subidas no muy largas ni pronunciadas y el resto con leve declive a favor -bajadita pues-. Fue una etapa corta que todos disfrutamos mucho. Lo mejor fue ver desde lo alto la bahía y la recompensa de un tramo de 8 kilómetros de pura bajada. Como podrás adivinar, paramos a tomar algunas fotos. El kilómetro previo a llegar al pueblo es una pendiente muy pronunciada, intenté bajarla rápido mas la fuerza del viento que soplaba desde el mar hacia la costa anuló tal intensión; hasta vi un perro ser arrastrado en la calle por tremenda presión.

Llegando y foto en el monumento de la entrada, luego dejar las bicicletas en la casa donde nos hospedaríamos, después a comer/cenar en Alejandrinas(buena comida, buen servicio y wifi). Ya en la sobremesa escucho a Noala decirle a Alex «… y la llave se explotó y se hizo un pinche tiradero de agua…», mi primer impulso fue gritar «atrás todos, soy plomero» pero se iba a escuchar bien pinche mamón, ademas  yo ni plomero soy. Tan pronto se corrió la voz de que estábamos sin agua se armó la revolución, hubo quien se fue a bañar a otro sitio, hubo quien culpó a terceros, hubo quien se resignó a no bañarse, ya saben, lo de siempre. Minutos después llegó el dueño de la casa con herramienta y llaves de repuesto; dos horas más tarde teníamos agua y sonrisas de nuevo.

Después de instalarnos en la casa, Noala preparó la tocada de la noche: «pero nooOoo, te conocí en Rosarito», «… y es que tu perro no tiene pedigrí»; unos escuchaban la música mientras bebían cerveza otros bebían cerveza mientas hacían mantenimiento, lo estábamos pasando bien. Recuerdo ver salir a Ana por la puerta y dirigirse a toda prisa a un costado de la casa; se sentía mal acaso deshidratada. Karla le brindó su experiencia y varios litros de liquido, a la mañana siguiente durante el desayuno Ana lucía muy bien.

Y fue durante el desayuno también que nos ofrecieron un tour a ver al tiburón ballena. Todos fueron menos yo, sentí que no me hacia falta verlo. Me quedé en casa para dormir otro rato, escribir en mi blog, hacer mantenimiento a la bicicleta y lavar mi ropa. Estaba yo terminando de tender cuando ellos ya estaban de regreso. Me pareció que regresaron muy rápido; apenas habían pasado como cuatro horas. Trajeron almejas y pescado. Salvador los cocinó; todo riquísimo: «chomp, chomp, chomp» solo quedaron las conchas vacías y los esqueletos ¡buuurp!

Después de comer y beber era tiempo de relax para mi; ya había lavado, secado y la bici estaba limpia. Por la noche otra vez la música de Noala y más cervezas ¡salud! Solo un rato pues mañana toca levantarse temprano, iremos de Punta Prieta a Guerrero Negro. Buenas noches Lorena.

Posdata, mis quejas hasta ahora:+ No hemos tenido viento a favor.+ Desde que salimos de San Felipe no hay señal de celular.+ La recamara de los niños huele a ‘humanidad’. ¡Abran una ventana, please!+ La canción «sin pedigrí» es muy corta; sugiero cinco perritas.

1000 por Baja: San Felipe – San Luis Gonzaga.

Rodando de día: San Felipe – Puertecitos.

La alarma-despertador debió sonar a eso de las 5:30 de la mañana; otra vez le gané por unos minutos. Cuando me levanté mis compañeros de habitación aún dormían. Rápido, procurando no hacer ruido, me bañé, me vestí y me peiné, me puse las mangas en brazos y piernas, me apliqué bloqueador solar y crema anti-rozaduras, alisté mis cargadores —de batería no de arma—, hice un check de equipo y luces, puse mi ropa sucia dentro de una ziploc y empaqué todo como pude —o la maleta había encogido o el contenido había crecido—. Para entonces ya estaban todos de pie y listos para ir a desayunar.

Nos encaminamos, sin saberlo, al bar del hotel el cual estaba cerrado; Daniel nos indicó que el restaurante estaba del otro lado así que fuimos hacia allá; al llegar nos informaron que no había llegado el cocinero. Salimos caminando del establecimiento y unas tres calles adelante entramos aun restaurante que ofrecía bufete; había chilaquiles y menudo; algo ligero para pedalear a gusto. Luego de desayunar regresamos al hotel y cargamos el equipaje y las bicicletas en las camionetas que nos iban a arrastrar hasta el punto de arranque. Ya no recuerdo porqué fue que se hacia tarde y  no terminábamos de salir; a más de uno nos provocaba ansiedad la situación. Eran más de las 9:30 cuando las camionetas por fin se pusieron en marcha rumbo al punto de salida; para calmar los ánimos llegamos a un autoservicio de esos amarillo con rojo por unas bebidas espumosas —muy importante— también adquirimos otras chucherías como remedio para labios resecos, bloqueador solar, pomada de la campana, vaselina y baterías.

Casi a las 10:30 llegamos al kilómetro cero de la carretera de lleva a Puertecitos. Hora de bajar las bicicletas, armarlas, cargar agua, aplicar bloqueador, asegurar casco, ajustar zapatillas y posar para las fotos. Arrancamos con clima fresco, cielo nublado y posibilidad de lluvia. Estos 74 kilómetros fueron tal vez el peor castigo durante la travesía para bicicletas y ciclistas. El cansancio del día anterior, el viento en contra, la lluvia chipi-chipi, el camino mojado, el lodo, la grava suelta, las piedritas con filo y el pavimento en malas condiciones —intransitable ¡era terrecería pintada de negro!— provocaron frustración y enojo en algunos desafiantes y a Lore un corte en la llanta delantera.

Casi llegando a Puertecitos nos esperaba la camioneta frente a Playa Curvina; era el punto de reunión y abastecimiento; esos fueron los sándwiches más sabrosos que he comido este año y el anterior y el anterior. Cuando llegué ya esperaban Hector y Karla; me uní al debate de los tiempos de llegada. Poco a poco fueron llegando los demás —no recuerdo el orden exacto— Raúl, Luis, Jackie, Alex, Noala, Jorge y al final Ana y Antonio. Mientras se hacia tarde y esperábamos a reagruparnos surgieron la duda de continuar esa tarde o quedarnos a acampar en ese punto y la controversia limitar tiempo y velocidad para el último del grupo. Después de sopesar las opciones, Alex decide que podemos continuar; nos advierte que no va a ser nada fácil rodar de noche, con lluvia y en subida. Tan pronto escuché eso monté la bici y arranqué junto con otros cinco compañeros.

Rodando de noche: Puertecitos – San Luis Gonzaga.

Sería el descanso o sería la emoción, no lo sé pero ya no sentía cansancio ni recordaba las penurias de las anteriores 5 horas. Rodábamos en pelotón, parábamos a tomar fotos; vimos un arcoiris doble que se dibujaba a lo lejos sobre el mar; Hector iba adelante por un rato, después Jorge, después yo. En terreno plano y en bajada logré seguir bien el paso pero en las subidas comencé a quedarme en la cola. Más subidas y más distancia me separaba de ellos: «no me dejen aquí». El sol recién se había ocultado cuando en una subida muy larga —creo que le llaman ‘el huerfanito’— me quedé definitivamente atrás; «‘ches batos»: dije por abandonarme y continué pedaleando a mi propio paso. Al llegar a la cumbre ya era de noche, apagué mis luces y contemplé la total oscuridad y escuché silencio en cada dirección —¡maravilloso! que bien es estar sólo, pensé— me quedé ahí unos minutos y reanudé el pedaleo, ahora en bajada, en silencio, a oscuras, a cuarenta y cinco por hora(que bueno es estar aquí).

Durante largo rato pedaleé a solas, a oscuras, conversando en silencio conmigo mismo bajo el cielo negrísimo, nada más se escuchaba el viento silbar en medio del cañón y a lo lejos una risa femenina… «¡Agh, no! ¿La llorona risueña?¿Pero cómo? Si yo no creo en eso». Detuve mi marcha para escuchar mejor, apagué las luces y observé en dirección a donde provenían las risas… Ahh es la camioneta escoltando a dos de las chicas, ahora sí, que alivio. Pedaleando nuevamente en bajada miré una luz de ciclista que venia en sentido contrario, era Jorge, se le habían caído algo y regresó a buscarlo. Karla, Jackie y la camioneta nos alcanzan y entre todos ayudamos a George a encontrar sus lentes. Durante unos kilómetros volvemos a rodar en un sólo grupo y más adelante nos separamos en dos; adelante van Luis, Jorge y Hector; atrás vamos Karla, Jackie, Hugo y yo. —Que bueno es estar acompañado— hay tiempo para conocerse uno a otro, conversar, darse ánimos y aprender. Karla y yo platicamos largo rato, me enseñó un par de trucos ciclistas, mucha gracias Karla.

Los últimos 20 kilómetros fueron de sufrir.¿Más subidas?¡No inventes!¡Ya no quiero!¿Cuanto falta?¡Ya que se acabe!Después de parar a rellenar las ánforas, Salvador nos grita desde la camioneta «ya solo falta una subida, una bajada, el retén y ya llegamos».* Que no sea mentiras compadre, porque así me a ir *.Íbamos, —iba yo— casi en modo zombie, silente, jadeante, sudante, todo agotadote, pensante en ya subirme a la camioneta mejor…- Ahí está el reten, ¡ya llegamos!- Tenemos que ir hasta la tiendita; allá están las luces.La mitad del grupo ya estaba en la tienda, algunos llegaron en camioneta y otros en bicicleta. Casi una hora después arriban los últimos.Una cerveza, ¡salud!— ¿Quién se va a bañar? ¿Cuántos somos?— Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho… ¡Somos ocho!— ¡Siete nada más, yo no! —Exclama alguien—.Otra cerveza ¡salud!

Rodamos unos 1000 metros por una terracería hasta donde armamos entre todos el campamento a unos 20 metros del mar. El cielo estaba despejado y estrellado. Habíamos completado la segunda jornada; cansados todos, algunos enteros todavía y otros ya lesionados; estos dos días de pedalear cobraron con labios reventados y traseros rosados. Cenamos, platicamos un rato y fuimos a dormir ya tarde. Esa noche compartí casa de campaña con Antonio.Good night, Lorena.